Historia de Alguazas
Topónimo
El topónimo Alguaza/s (Aluazta o Alhuasta palabra árabe que significa «la que está enmedio») no está documentado con el nombre actual hasta la segunda mitad del siglo XIII, en que Alfonso X el Sabio concede el lugar a su esposa doña Violante.
Prehistoria
Gracias a la excelente posición geográfica que ocupa, entre los ríos Mula y Segura, el territorio estuvo poblado desde muy antiguo. Los primeros asentamientos conocidos datan del Bronce I Mediterráneo (2.000 años a. de C.), de cuyo periodo es el enterramiento colectivo de la Loma de los Peregrinos. Otros yacimientos prehistóricos comarcanos son el Taller de sílex del Cabezo de la Zobrina, el Campo del Alfarero y la Cueva del Casón cerca del Salitre, en la margen izquierda del río Mula.
Historia
Pueblo de reinas
En los últimos años de la dominación musulmana el territorio era señorío de la distinguida dama musulmana Al-Horra (esposa del Visir Abubacre Abenhuaddah), pero más tarde fue donada a la reina doña Violante por su esposo.
Desde entonces, y hasta 1321, diversas reinas señorearon el lugar: Constanza de Aragón (esposa de Jaime II), María de Molina (mujer de Sancho IV) y, a la muerte de ésta, muy brevemente, la Infanta Constanza de Portugal.
Por aquellos años de guerra entre cristianos y musulmanes, el obispo de Cartagena, don Martín Martínez, salió con sus huestes hacía la frontera almeriense y el 13 de marzo de 1309 ganó a los moros el castillo y villa de Lubrín, que convirtió en señorío por donación real. Pero el 20 de febrero de 1311, entendiendo el monarca que aquel lugar le interesaba por su condición de fronterizo, lo cambió por Alguazas, Alcantarilla, el Real de Monteagudo y las casas con el baño y con el Real en Murcia, posesiones que doña María disfrutaba en el reino de Murcia, pero condicionada la posesión al fallecimiento previo de la reina madre, cediéndoles mientras la villa y castillo de Alhama
Señorío eclesiástico
Muerta doña María de Molina en 1321, aunque la Infanta doña Constanza se apresuró a tomar la posesión, la Iglesia de Cartagena reclamó el cumplimiento del acuerdo anterior; lo que fue atendido por el Rey mediante carta dada en Bonilla a 3 de diciembre de aquel año. En ella ordenó a su portero Juan García de Ruesga que diese la posesión al obispo don Juan Muñoz y a su Cabildo catedralicio, lo que se efectuó el 28 de diciembre siguiente, sacando al alcaide moro que tenía puesto don Hain Modur, administrador de los bienes de la Infanta, y entregando las llaves del lugar al Vicario general del obispado y Arcediano de Lorca don Macías Martínez, quien a su vez puso por Alcalde mayor y recaudador de las rentas a Juan López, clérigo de San Juan de Lorca.
Con el apoyo y protección eclesiástica el señorío fue adquiriendo relevancia cada vez mayor. En tiempos del obispo Peñaranda (1327-1349) se comenzó la restauración de la fortaleza, soberbio edificio en plena huerta a la margen izquierda del río Mula, levantado al parecer sobre un cementerio musulmán. Tal construcción sirvió para potenciar el poder temporal de la Iglesia en el reino de Murcia durante la Baja Edad Media, sirvió de refugio a varios obispos, fue cárcel eclesiástica y prestó servicio como base militar para varias incursiones a otras localidades más o menos próximas. Se registran hechos militares muy destacados durante los reinados de Pedro I, Enrique III, Juan II y los Reyes Católicos; pero de todos ellos hay que destacar la presencia en Alguazas del obispo Diego de Comontes, enfrentado al concejo de Murcia y a parte de su Cabildo -porque no querían recibirlo como tal-, no sólo con sus fuerzas sino también con otras compañías enviadas por el propio monarca en su apoyo. Poco después, y en ausencia del prelado -que había acudido en socorro de la capital murciana-, el rey Chico de Granada en persona, con un potente ejército saqueó e incendió el lugar, llevándose a los pobladores musulmanes y no respetando el pacto que había otorgado con el alcaide de la fortaleza; el cual, con sus hombres, se refugió en la Torre del homenaje.
Con motivo de esta y otras acciones bélicas el lugar hubo de ser repoblado parcialmente varias veces (la última en 1492), casi siempre a base de mudéjares; personal idóneo para el laboreo y cultivo de las tierras, principal fuente de riqueza de la localidad. Para el regadío de las tierras se contaba con una acequia que obtenía agua del río Segura en término de Archena. A través de Ceutí llegaba hasta Alguazas y cruzando el río de Mula por unas canales de madera regaba tierras alguaceñas situadas por entonces en la margen opuesta, en lo que se conocía como Pago de Lerví. El terreno regable aumentó en el siglo XVI cuando se edificó la Acequia del Llano, construida en parte por don Juan Pérez Calvillo para regar terrenos en su villa de Cotillas, aunque poco después se quebró el acueducto y no se volvió a restaurar.
En agosto de 1501 los vecinos de Alguazas se convirtieron a la fe católica y su aljama dio paso a un concejo formado por dos alcaldes, dos regidores, un alcalde de la Hermandad, un alcalde de Huerta, un alguacil, un mayordomo de Propios y un escribano público y del Concejo. La jurisdicción civil y criminal era compartida por obispo y cabildo, quienes además nombraban un alcalde mayor que veía en grado de apelación.
Con motivo de una terrible avenida del río Segura ocurrida en 1528, el pueblo se trasladó al emplazamiento actual, edificándose de nueva planta y abandonando el lugar viejo donde estaba la primitiva iglesia de San Sebastián, que antes había sido mezquita agarena. La fundación fue el cuatro de octubre, y la nueva iglesia, pese a que habían decidido dedicarla a San Francisco, fue consagrada a San Onofre. Para dicho templo se construyó una techumbre de estilo mudéjar en 1566, un retablo en 1608, una portada en 1642 y durante los años 1793-1801 el arquitecto don Lorenzo Alonso lo amplió con un crucero neoclásico.
Villa de behetría
Cuando el papa Gregorio XIII concedió licencia a Felipe II para desmembrar ciertos bienes de la Iglesia, Alguazas y Alcantarilla fueron desamortizadas, entregándose ambas villas a un consorcio de prestamistas genoveses encabezados por Baltasar Cataneo, quienes las pusieron en venta. Alcantarilla fue adjudicada rápidamente a Lázaro Uxodemar, pero don Gaspar de Pina, que pretendía Alguazas, intentó falsear el valor, por lo que renunció a su intento al verse descubierto, vendiéndose posteriormente a don Alonso de Tenza Pacheco, Regidor de Murcia. La villa consiguió el derecho de tanteo, y mediante un préstamo que le concedió el marqués de los Vélez se compró a sí misma, convirtiéndose en villa de señorío propio. Tomó la posesión en primero de noviembre de 1590 y durante cuarenta y cinco años hubo de pleitear para saber el montante exacto de lo que había de pagar por su exención.
Como villa de señorío propio, y hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX, Alguazas elegía anualmente sus propios alcaldes mayores y ordinarios, regidores, alguaciles, escribanos y demás cargos concejiles.
En diciembre de 1613 se produjo la expulsión de sus vecinos moriscos, lo cual unido a numerosas incidencias ocurridas a lo largo del siglo XVII mermaron su población. No logrando recuperarse hasta que en 1720 el rey accedió a la petición de los vecinos de la comarca, que reunidos en Alguazas habían acordado solicitar la prohibición del cultivo de arroz por las enfermedades palúdicas que producía.
Sufrió Alguazas importantes avatares con la Guerra de la Independencia; pese a ello se hicieron importantes obras, como la construcción de una muralla en el río Mula, de 20 varas de alta y más de 400 de larga. También se edificó la Casa Consistorial, edificio que ha permanecido hasta fechas muy recientes.
Los periodos desamortizadores
Tanto la iglesia local como el concejo poseían importantes propiedades y rentas, pero dichos bienes fueron expoliados por el Estado en las diversas desamortizaciones que se sucedieron desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Con ello desaparecieron prácticamente las diversas cofradías y hermandades, al verse privadas de los ingresos con que se sustentaban sus cultos y obras asistenciales; y no empezaron a resurgir hasta los últimos años de dicha centuria.
Desde finales del XIX a la actualidad
En 1889 la villa ganó un importante pleito al marqués de Corvera, sobre la propiedad del agua de la acequia. Poco después el Heredamiento se separaba del Concejo y aprobaba unas nuevas ordenanzas, compuestas por Pascual María Massa, para sustituir a las aprobadas en 1845, que habían redactado Rafael García Espada y Diego López Vallejo; aunque las más antiguas que conocemos datan de 1515.
En los años finales del siglo XIX y primeros del siglo XX tuvo Alguazas la suerte de contar entre sus vecinos con el citado Massa Martínez, quien laboró incansablemente hasta lograr importantes beneficios de todo tipo para la Villa y pueblos de su comarca. También consiguió para su esposa el título nobiliario de Baronesa del Pujol del Planés (la Señorita), que desapareció tras la muerte de ambos sin haber dejado descendencia.
Las primeras décadas del siglo XX estuvieron marcadas por los diversos cambios de índole política que se produjeron en el Ayuntamiento, sin que se realizasen obras de importancia. Pese a ello, se produjo el auge de las industrias conserveras, varias de las cuales se establecieron en la Villa dando trabajo a numerosos parados y potenciando los productos de la huerta, sujetos hasta entonces a los vaivenes del consumo local y algunas exportaciones en fresco.
Lo más destacado de dicha centuria fue la toma del pueblo y su Ayuntamiento, por las fuerzas socialistas en la noche del 6 al 7 de octubre de 1934, quienes tras prender a las primeras autoridades civiles y eclesiásticas hubieron de ser reducidas a la mañana siguiente por fuerzas enviadas desde diversos lugares de la región.
Tras el periodo bélico resurgió en la localidad la producción hortícola, con abundante manufactura de frutas, y numerosas empresas dedicadas a la industria conservera, tanto para el consumo nacional como para la exportación al extranjero, aunque se ha visto en los últimos años el declinar de esta importante fuente de riqueza a causa de diversos imponderables. En la actualidad se observa cierto estancamiento, si lo comparamos con la pujante industria que se asienta en las villas limítrofes, algunas de las cuales estuvieron durante siglos muy por debajo de la importancia que tuvo Alguazas.
Luis Lisón Hernández
Cronista Oficial de Alguazas
Académico de la Real Academia Alfonso X el Sabio